Mónica García: liderazgo de una ‘guerrera’ en el sector educativo
Guest contributor | October 20, 2017
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Por Jorge Luis Macías/ Especial para La Opinión
Por más de tres décadas, a estudiantes latinos y afroamericanos les fue negado el acceso formal a los cursos A-G —un requisito fundamental para poder ingresar a un colegio comunitario o a los sistemas universitarios de California.
Pero todo cambió en 2006. Tras años de lucha, Mónica García se convirtió en una líder que empoderó a mujeres y familias a través de la educación. Con ello, logró la aprobación oficial de esos cursos: una oportunidad real de educación superior para estudiantes de minorías.
García recuerda que la postura de quienes ostentaban el poder en la Junta del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) era: “los latinos no pueden o no quieren ir a la universidad”.
Hoy la actual presidenta de la Junta Escolar señala que “es necesario que seamos parte de la conversación pública y económica… Los Ángeles, California y el país no pueden estar fuertes sin una comunidad fuerte”.
“La educación nos brinda oportunidades de crear nuestras propias soluciones”, dice la hija de Manuel y Guillermina García y la segunda de cinco hijos —Ana María, Martha Patricia, Lilia y Manuel. “Soy una mujer que lucha para llevar la agenda de buenas oportunidades a toda su comunidad”
Gracias a ella, y al respaldo de nuevos líderes en el LAUSD, a partir de la generación 2016 comenzaron los requisitos de una calificación “D” o mejor grado en la serie de clase A-G.
Y a partir de la generación 2017, todos los alumnos tendrán que completar los 15 cursos A-G, y aprobar por lo menos con una “C” para poder tener una ruta adecuada a la universidad.
“Toda la vida del LAUSD estaba basada en que a algunos les toca y a otros no. Quien triunfaba y tenía una calidad de vida era porque tuvo suerte o era un estudiante dotado… Hoy tenemos un sistema basado en valores de calidad”, dice.
Inicios de una líder
El liderazgo de esta mujer de 49 años, comenzó cuando estudiaba en la escuela católica de San Alfonso, en el Este de Los Ángeles, donde aprendió a llevar una agenda, conducir una junta, representar las ideas de otros y la base del servicio comunitario que la motivó a ser voluntaria en los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles.
En plena juventud, Mónica se unió a los esfuerzos del Proyecto de Registro de Votantes del Suroeste (SVREP); conoció al exalcalde Tom Bradley y se puso en contacto con el servicio en la vida pública y con gente que tomaba decisiones para impactar la vida de los angelinos.
“En esos momentos aprendí directamente cómo se maneja la vida sociopolítica y electoral”, dice.
Después fue parte de la Asociación del consejo estudiantil de California, en la secundaria Sagrado Corazón de María, en Montebello. Dicha oportunidad le mostró una triste realidad: pocos latinos participaban en la toma de decisiones.
Aunque pensaba ser abogada, a los 18 años su interés por las Ciencias Políticas en la Universidad de Berkeley fracasó. Dejó aquella idea y regresó a Los Ángeles.
Sin embargo, no se dio por vencida. Volvió a Berkeley, donde su caso fue revisado y le dieron una segunda oportunidad. Su promedio académico había subido a 3.7 y fue felicitada por los administradores universitarios.
En ese tiempo, UC Berkeley tenía apenas 0.07% de estudiantes de origen chicano/mexicoamericano y Mónica se involucró en programas de liderazgo y de Estudios Chicanos. Trataba de organizar mejores oportunidades en favor de los estudiantes latinos.
Ya graduada, en 1991, se desempeñó como asesora académica en el sur de Los Ángeles y durante seis años estuvo en el Programa de Búsqueda de Talentos Educativos de Voluntarios de América.
A través de su trabajo como consejera, solidificó su creencia de que cuando los adultos ofrecen oportunidades y apoyo, cada niño puede aprender.
“Llevábamos a los jóvenes a un colegio y les dábamos un poquito de inspiración”, señala. “Yo veía en los ojos de los jóvenes la emoción de las posibilidades que se abrían en su camino al éxito. Eso es un gran regalo para mí”.
Tras completar su maestría en trabajo social en encarriló en el programa de niños y familias. Hoy esta exitosa mujer entiende que todo mejora cuando se brinda instrucción y se mejora la calidad.
“En la lucha estábamos la pura chicanada; primero en Berkeley y luego nos metimos a los boicots a la uva [del líder de la Unión de Campesinos, César Chávez] y a diversas protestas por el coraje y enojo”, dijo.
En 155 años de historia, García, ha sido la tercera mujer latina elegida para la Junta Escolar del LAUSD y ha echado por tierra el pensamiento de que las mujeres no pueden ser líderes en posiciones importantes.
A nivel de distrito, esta mujer nacida en el Este de Los Ángeles lideró la campaña para aprobar un bono escolar de 7,000 millones de dólares para el programa de construcción de 131 nuevas escuelas, el proyecto más grande de la historia de los Estados Unidos.
Su orgullo hispano
García recuerda con alegría las vacaciones de verano que tenía de pequeña en Saucillo, en Chihuahua —la tierra donde nació su madre; también rememora La Parrilla, en Durango, lugar que dejó su papá para venir a Estados Unidos.
“Me encantaba el lugar donde mi tía Dora hacía tortillas, cuando lavaba la ropa a mano o cuando íbamos a traer pastura para las vacas”, dice. “Siempre es bonito visitar el rancho, estar con la gente del pueblo, oír sus historias y recordar nuestras raíces”.